Qué
tristes estaban aquella mañana las líneas blancas de la esquina de
la calle.
Casi se podían escuchar sus pequeños quejidos de cemento y pintura blanca.
-¿Por
qué no nos usan? ¿Somos tan insignificantes acaso? El accidente de ayer
no habría ocurrido si el señor que cruzaba nos hubiese tomado en cuenta.
¡Si somos tan fáciles de usar! Tan sólo tienen que caminar sobre nosotras
y ya está.
El
puente elevado las miró y con voz lastimera dijo:
-No
se sientan poquita cosa, mírenme a mí, imponente, soberbio y las personas
prefieren ignorarme y cruzar la calle como si su vida no les importara.
-¿Y
qué dicen de mí? – preguntó el semáforo – ¡Más vistoso que
yo ninguno!
Tres
lucecitas que son la diferencia entre salvar la vida o sufrir un
accidente y les
da igual. ¿Para qué sirvo? Nadie me mira. ¿Qué no les han
enseñado que
mi lucecita roja significa que pueden cruzar sin peligro? Nadie nos
toma en
cuenta
Tan
concentrados estaban en sus desdichas que no se percataron de la que sucedía,
la señal de alto les llamó la atención sugiriéndole que miraran
lo que ocurría.
Eran dos niños con uniforme de escuela que se disponían a cruzar la calle.
Uno
de ellos dijo:
– Bueno,
ahora si vamos a aplicar o que aprendimos hoy con la maestra, dame
tu mano.
-¿Ahora
qué debemos hacer?
-Vamos
a pararnos cerca de las líneas blancas ¿y luego?
-Esperamos
a que el semáforo esté en rojo y miramos hacia los dos lados y si
no viene ningún auto, cruzamos.
-¡Correcto!
Una
señora también se disponía a cruzar y en su empeño en hacerlo
rápido no
se percató que un auto se acercaba. Los niños le gritaron ¡Señora, cuidado!
La señora muy asustada se detuvo y agradeció a los niños.
-¡Venga
con nosotros que hoy aprendimos a cruzar la calle! Y juntos se fueron.
A
lo lejos se escuchó a uno de los niños decir:
– Ahora
hay que usar el puente elevado.
-¡Qué
útiles son las señales para cruzar! – dijeron ambos niños y
riendo se
marcharon.
Las
líneas blancas, el semáforo y el puente sonrieron, aún había
esperanzas y
su existencia no era en vano.
Un
cuento para aprender. Lina
Mercedes Serrano Vargas, escritora de Panamá.
Cuentos educativos. Educación vial para niños.
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